Se ha fomentado la creencia, por parte de
políticos interesados contaminados total o parcialmente por el
nacionalismo, de que todo lo que puede ser considerado tradición es
sagrado y, por tanto, intocable.
De hecho, el impresentable Serafín
Castellano quiso institucionalizar esa fea y salvaje costumbre de los
toros en la calle y llegó a afirmar que prohibir los toros en la
calle sería como prohibir el encierro de San Fermín. Pues claro, es
que no tiene sentido ninguna de las dos cosas. Habría que
prohibirlas.
Correr delante de los toros sin ninguna
necesidad es un entretenimiento pueril, sumamente peligroso y por
pertenecer al género de la tontería de fácil contagio.
Todos los años mueren unas cuantas
personas en estas fiestas que no tienen nada de civilizadas, aunque
se lleven a cabo en entornos de la civilización. Esto creo que es
motivo más que suficiente para no participar, ni siquiera como
espectador, para no ser cómplice de una de esas tradiciones
aberrantes que conviene que desaparezcan.
Pero Serafín Castellano no es el único
representante de la clase política que induce a dudar de que tenga
cerebro. En Pamplona hay un alcalde que todavía va más allá. La
duda no es si tiene seso en las oquedades en que debía estar, sino
si habrá florecido en ellas alguna planta alucinógena. El
individuo, que responde al nombre de Asirón, pretende eliminar las
corridas y dejar los encierros. Se entiende que le gusta ver sangre
humana, quizá por añoranza de los tiempos en que ETA derramaba
tanta. Creo que Bildu todavía no ha condenado a la banda terrorista.
En las plazas, son profesionales los que
se enfrentan a los toros. El riesgo de cogida siempre existe, pero es
infinitamente menor que en la calle, en donde corren aficionados cuyo
desconocimiento de los toros además puede ser mayúsculo. Cualquiera
se puede lanzar, sin que se sepa si lleva una copa de más. Correr
delante de los toros no es una muestra de valor.
'2016.Año bisiesto'
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Diccionario de elogios, piropos y voces galantes'
'Atlas del bien y del mal'
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'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
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