La ministra Celaá no tiene la culpa de
que en su día se transfirieran las competencias de Educación a las
Comunidades Autónomas, pero su afirmación de que vigilar lo que se
dice en los libros de texto es censura previa sí que demuestra que
posee una dureza facial notable.
El Estado tiene la obligación moral de
velar por los más indefensos, y entre ellos están los niños.
Atendiendo a esta obligación, cuando detecta que los padres no se
comportan como deben les quita la tutela de sus hijos. Sin embargo,
abandonó a los niños a su suerte cuando cedió las competencias de
Educación a las Comunidades Autónomas, lo cual en algunos casos ha
venido a ser como dejarlos en manos de indeseables, como ocurre
palmariamente en el caso de Cataluña, en las Ikastolas, o en el
Reino de Valencia, en donde se les obliga a malgastar tiempo y dinero
en el estudio del dialecto catalán, que la mayoría olvidará en
cuanto pase la fiebre nacionalista, que es una peste que, junto a
otras, como el ‘pensamiento’ podemita, están haciendo estragos
en el mundo.
Pero el gobierno al que pertenece Celaá
no cabe duda de que intenta hacer todo el daño que pueda a los
españoles: Atenta contra los ahorros de los trabajadores con el
impuesto de sucesiones, que es un impuesto confiscatorio; ataca a los
trabajadores al gravar el dinero que hayan podido ahorrar e invertido
en cualquier sitio. No quiere que los trabajadores ahorren y les
dejen algo en herencia a sus hijos. A los niños los convierte en
analfabetos al darles una enseñanza engañosa. Lo que aprenden en
muchos sitios o es mentira o no sirve para nada. También Borrell
quiere perjudicar a los españoles reconociendo a Palestina, sin duda
que para contentar a su amo, al que se lo debe de haber exigido el
coletas, porque de otro modo no se entiende.
2016.Año bisiesto'
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Mujeres de Roma'
'Diccionario de elogios, piropos y voces galantes'
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