Los
oligarcas financieros y políticos, ansiosos por conservar a toda
costa sus privilegios, llevan tiempo arremetiendo contra las
pensiones. Plumillas paniaguados, que nunca pasarán hambre, les
secundan.
Hay
jubilados que con su exigua pensión hacen milagros para mantener a
su parentela, que ha perdido hasta las esperanzas. Llevarse por
delante las esperanzas de la gente no está castigado por la ley.
Alegan
que el gasto en pensiones sube, mientras que el número de cotizantes
baja. Olvidan explicar que cuando las empresas detectaron la crisis,
porque sus beneficios disminuyeron, se lanzaron a reducir costes
mediante el despido de trabajadores. Y eso que todavía no se había
hecho la reforma laboral. Mientras tanto, todos los gobiernos,
nacional y autonómicos, negaban la crisis, pero se afanaban en
colocar a sus familiares y amigos despedidos en el privado, en el
público.
Hay
muchas empresitas, quizá con enormes despachos para sus directores,
habilitadas por los políticos para colocar a sus deudos.
Hay
un ingente número de diputados cuya utilidad pública es dudosa, por
decirlo en términos piadosos. No obstante, tienen financiado el
teléfono móvil. ¿De que hablarán Sus Señorías por el teléfono
móvil? ¿De lo mucho que cuesta pagar a los jubilados, acaso? Se
sabe que Alberto Fabra limitó el gasto del móvil a 140 euros
mensuales, y que acaba de rebajarlo a 100. Cien euros de charla cada
mes. Se lo pagamos entre todos. Se sabe que Sus Señorías son muy
obedientes. Votan exactamente lo que se les manda. No se sabe si esta
naturaleza tan obediente es congénita o procede de un
adiestramiento. Se sabe que Sus Señorías, y sus asesores, son
muchas, y se sabe también que no sólo tienen subvencionado el
móvil. También gozan de otras prebendas. Y reciben regalos. Es que
eso de ser político es muy pesado. Hay que sonreírle siempre al
jefe.
Y
quejarse de que el gasto en pensiones es mucho.
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