jueves, 13 de junio de 2013

Alberto Fabra ni se asomó

Creo que fue ayer cuando se perpetró el fin del Banco de Valencia. No consta, o al menos yo no lo he visto, que el presidente de la Generalidad apareciese por el lugar. Como si no tuviera nada que ver en el asunto, como si no le importara, como si se tratase de algo sin importancia.
Sin embargo, el Banco de Valencia es, era mejor dicho, una entidad con más de cien años de vida. Y ha sido cuando el PP se ha hecho cargo de ella cuando se ha hundido para siempre. Y el PP no tiene nada que decir y el presidente de la Generalidad mira hacia otro lado, no vaya a ser que el suceso enturbie su carrera (hay que reconocerle a Fabra su habilidad para no pisar charcos).
El caso es que no sólo ha desaparecido el Banco de Valencia durante el mandato del PP, también lo han hecho Bancaja y la CAM, aunque en todos los casos están implicados otros partidos, porque tenían representantes en los órganos de gobierno y porque quizá recibieron créditos en condiciones ventajosas.
Pero no sólo los políticos tienen la culpa del desastre del Banco de Valencia. Los oligarcas valencianos se han desentendido por completo durante todo el tiempo. La prensa valenciana tampoco ha tenido interés en informar de lo que sucedía cuando todavía se podía hacer algo.
Si el banco al que se le ha hecho el regalo puede hacer y deshacer a su antojo es porque sabe que la oligarquía valenciana se lo va a consentir todo. Si los oligarcas valencianos hubieran querido ofrecer resistencia y tras estudiar la situación hubieran diseñado un plan, al presidente Fabra no le hubiera quedado más remedio que dar la cara. Pero sólo fueron a la Junta de Accionistas unos cuantos a llorar, porque todo el pescado estaba ya vendido.
Se supone que Fabra es el líder.

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