Lo
que ocurre es que pedir que se elimine el ministerio de Sanidad es un
despropósito del tamaño del que suelen ser los de los
nacionalistas, tan desleales ellos.
Son
leales a la Causa y para conseguir sus propósitos no les importa ser
desleales en todos los demás casos, con lo cual queda claro su
concepto de la lealtad. Tampoco se la tienen a sus votantes, que han
de sacrificarse por la Causa.
Las
competencias de Sanidad y Educación no debieron ser transferidas a
ninguna Comunidad Autónoma, porque el reparto de fondos nunca puede
ser equitativo. Se pacta con todas en un momento dado y tres años
después han cambiado las circunstancias de todas. ¿Qué sentido
tiene que los médicos tengan que hablar catalán para poder ejercer?
¿Cuando un catalán necesita una transfusión de sangre pregunta si
el donante habla catalán?
Los
niños constituyen el mayor tesoro de cualquier país. Deberían ser
objeto de atención preferente y pensando únicamente en su
beneficio, de lo cual acabaríamos beneficiándonos todos. Dejar la
Educación en manos de políticos de segundo o tercer nivel es una
pulsión autodestructiva. Debería consensuarse entre todos los
partidos y seguir de cerca los resultados que se vayan obteniendo y
pactar entre todos, una y otra vez, los cambios que la prudencia
aconseje efectuar. En este terreno debería evitarse el ordeno y
mando. Todos los partidos deberían comprender que nos jugamos mucho
en el envite y actuar en este campo con altura de miras.
Lo
de adoctrinar a los niños, en cualquier sentido, es una aberración,
una canallada, un acto claramente reprobable. Hay que enseñarles a
ser personas y a decidir por sí mismos. No sé si los nacionalistas
pueden entender esto.
No
sólo Duran i Lleida ha echado su cuarto a espadas, también han
rebuznado otros nacionalistas, poniendo de manifiesto su egoísmo. No
merecen ser tomados en cuenta.
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