lunes, 17 de junio de 2013

Debe de ser fácil comprender a los asesinos

Quizá sea por la gran cantidad de odio que flota en el ambiente. Se nota el odio en el gusto por denigrar a otros, y en el sectarismo, que es indispensable en esta tarea. Cuando alguien busca hacer mal necesita saberse protegido, sentir que juega con ventaja.
Esto es lo que han venido haciendo los etarras a lo largo de todo el tiempo de su existencia, y también la labor que han llevado a cabo quienes han ido aprovechando la maldad etarra.
Sobre este particular, el Vaticano y la Iglesia española, que recibe mucho dinero de los españoles, debe una explicación sobre el comportamiento de ciertos obispos y curas, que deberían haber sido excomulgados fulminantemente y, sin embargo, se les ha dejado continuar con esa labor suya tan anticristiana.
Es tan fácil confundir con las palabras para presentar el mal como un bien que la Biblia lo deja claro: Por sus hechos los conoceréis. Hay que ver con quienes se juntan y con quienes se muestran comprensivos y de quienes se apartan para saber quienes son. El Vaticano y la Iglesia española deberían explicar por qué han consentido todo eso.
La gente que odia necesita coartadas, y cualquier cosa le sirve para este fin. Para esta clase de personas es mucho más fácil comprender a un criminal que a alguien bondadoso. La bondad requiere método y determinación. La maldad permite dar rienda suelta a los instintos más bajos. A alguien bondadoso se le buscan las vueltas. El malo inspira simpatía a los que son como él. El asesino confeso de Marta del Castillo recibe muchas cartas de admiradoras. No me extrañaría que Bretón también tuviera las suyas. El etarra Azpiazu, cuyo crimen fue tan horrendo y que luego montó una cristalería en los bajos de la casa en la que vive la mujer a la que dejó viuda, pudo decir que en el pueblo lo querían más a él que a ella. Debe de ser a causa del influjo del mal.

No hay comentarios: