Los
detalles que se van sabiendo en relación con el asesinato de Isabel
Carrasco, muestran una vez más, que en España todo va manga por
hombro. De lo único que se preocupan quienes mandan es de que sus
subordinados obedezcan sus órdenes sin discutir nada.
Si
actúan de este modo, pueden contar con que pueden llevar a cabo
cualquier cosa que se les ocurra. El problema es que manejan fondos
públicos.
La
hija de la supuesta asesina obtuvo en su día una plaza de
funcionaria habilitada exclusivamente para ella. Esa plaza estuvo
económicamente muy bien dotada y era totalmente innecesaria. La
beneficiaria de la plaza tampoco reunía las condiciones mínimas
para el desempeño de la misma.
Estas
y otras irregularidades que van saliendo a la luz no extrañan a
nadie que viva en España, puesto que aquí estamos acostumbrados a
ver presidentes del gobierno y ministros (y ministras) incompetentes,
sin que pase nada. Aunque lo de nada sea relativo. Los ciudadanos
conscientes han de hacer grandes esfuerzos para sofocar el pánico.
Debido
a esa falta de vigilancia de que adolece el sistema político español
el saqueo de las cajas de ahorros y de los bancos no es una novela de
ficción, sino una realidad que ha costado muy cara a los españoles.
Ahora mismo está «la marca España» en manos de Magdalena Álvarez
y todo parece indicar que no renunciará ni a un céntimo. Se irá
cuando la echen. Elena Valenciano, ese prodigio de decencia y
solidaridad, la apoya. De Cañete, su gentil antagonista, se van
conociendo unas extrañas relaciones suyas con Panamá. Rajoy no
sabía nada, claro.
Si
todavía no se
hubiera producido el asesinato de Isabel Carrasco, los
delitos en este entorno se hubieran seguido produciendo sin que nadie
se enterara de nada, porque
aunque nos creamos que España es un país civilizado la realidad es
otra. El asunto aquí es buscarse la vida.
'Diálogos Inter Nos'
'El eco de la palabra'
'Las lunas de Miles Davis'
'Dragoste y Los finales y los sueños'
'Yo soy el hijo de Franco'
'¡Abajo las armas!'
'El amor no es un verso libre'
'Figuraciones mías'
'El eco de la palabra'
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