miércoles, 21 de mayo de 2014

Con respecto al asesinato de Isabel Carrasco

Los detalles que se van sabiendo en relación con el asesinato de Isabel Carrasco, muestran una vez más, que en España todo va manga por hombro. De lo único que se preocupan quienes mandan es de que sus subordinados obedezcan sus órdenes sin discutir nada.
Si actúan de este modo, pueden contar con que pueden llevar a cabo cualquier cosa que se les ocurra. El problema es que manejan fondos públicos.
La hija de la supuesta asesina obtuvo en su día una plaza de funcionaria habilitada exclusivamente para ella. Esa plaza estuvo económicamente muy bien dotada y era totalmente innecesaria. La beneficiaria de la plaza tampoco reunía las condiciones mínimas para el desempeño de la misma.
Estas y otras irregularidades que van saliendo a la luz no extrañan a nadie que viva en España, puesto que aquí estamos acostumbrados a ver presidentes del gobierno y ministros (y ministras) incompetentes, sin que pase nada. Aunque lo de nada sea relativo. Los ciudadanos conscientes han de hacer grandes esfuerzos para sofocar el pánico.
Debido a esa falta de vigilancia de que adolece el sistema político español el saqueo de las cajas de ahorros y de los bancos no es una novela de ficción, sino una realidad que ha costado muy cara a los españoles. Ahora mismo está «la marca España» en manos de Magdalena Álvarez y todo parece indicar que no renunciará ni a un céntimo. Se irá cuando la echen. Elena Valenciano, ese prodigio de decencia y solidaridad, la apoya. De Cañete, su gentil antagonista, se van conociendo unas extrañas relaciones suyas con Panamá. Rajoy no sabía nada, claro.
Si todavía no se hubiera producido el asesinato de Isabel Carrasco, los delitos en este entorno se hubieran seguido produciendo sin que nadie se enterara de nada, porque aunque nos creamos que España es un país civilizado la realidad es otra. El asunto aquí es buscarse la vida.
 

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