Hace
unos meses dijo que se desnudaría para pedir el voto, si fuera
imprescindible. Es decir, lo que importa para ella es que le den el
voto.
Hace
poco, metió en una sopa, como ingredientes a Jesucristo, el Che
Guevara y Felipe González. Están en la misma lógica, afirmó tan
campante. Es decir, militar en un partido político español, el
socialista, por ejemplo, configura sistema de pensamiento capaz de
llegar a todos. Hay votantes socialistas educados en la fe católica,
la cual no quieren abandonar. Pues ya tienen la excusa, puesto que de
Jesucristo a Felipe González sólo hay un paso intermedio, che, que
boludos que son algunos que no quieren darse cuenta.
La
lógica de esta Elena, que no sé si hubiera merecido que Paris y
Menelao pelearan por ella, la ha llevado a nombrar ministro de
Ganadería a Miguel Arias Cañete, que sólo lo era de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente. Con ello se demuestra que los
españoles somos ganado para ella. Ganado que sólo sirve para
trabajar y votar. A la vista de su discurso, es obvio que no
considera que tengamos entendederas.
Pero
es que en sus promesas electorales dice unas cosas que ella misma no
se puede creer, pero se conoce que espera que los borregos (¡nos
tiene por borregos!) sí las demos por ciertas. Para empezar, habla
de los recortes de Rajoy, que desaparecerán si los socialistas ganan
las elecciones. Ignora el papel de los socialistas en la génesis de
la crisis. A Zapatero ni lo nombra. Es como si el periodo zapateril
no hubiera existido. Y eso que Zapatero también presume de que se
preocupa por los demás. Olvida también este portento de la
solidaridad que cuando Hollande ganó la elecciones en Francia,
abundaron en España quienes compararon los recortes de Rajoy con las
dádivas del francés. La realidad ha venido a desmentir los sueños
dorados de los buenistas. Las cosas son como son y al final Hollande
ha encontrado las tijeras. Las más grandes.
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