Hay
una web en la que figura un listado de casetas públicas de la Feria
de Abril de Sevilla. Aparecen en él varios partidos políticos y
sindicatos.
Llama
la atención que se tomen las cosas tan a la ligera y que los
contribuyentes, que de vez en cuando han de votar, consideren esto
como un hecho normal y no le den importancia.
El
caso es que las casetas de la Feria cuestan un dineral y tanto los
sindicatos como los partidos políticos se financian casi
exclusivamente con dinero público.
El
caso de los partidos políticos da risa. Perpetran el desaguisado,
pero como luego reciben votos consideran que éstos legitiman sus
actos. Se ha dado el caso de que algún político español al ser
imputado mostró una encuesta en la aparecía que iba a obtener
muchos votos. Eso de sustituir lo que viene llamándose conciencia
por las expectativas de voto es una estrategia imaginativa, pero no
nueva. Cuando Alonso Puerta fue expulsado de su partido por denunciar
la corrupción y fundó uno nuevo, los votantes eligieron masivamente
al partido que lo había expulsado. Lo que ocurrió luego lo supo
mejor que nadie el juez Marino Barbero.
Los
partidos emplean parte del dinero público que reciben en montar
casetas en la Feria y los sindicatos no iban a ser menos. La vida se
acaba y hay que disfrutarla mientras dure. El dinero público no es
de nadie, dijo una ministra. El dinero es para gastarlo, pero hay que
gastarlo bien, parecen decir los partidos políticos y los
sindicatos.
Y
ahí están ellos, de juerga, mientras los contribuyentes se parten
el lomo para ganar ese dinero que quizá no sea de nadie, pero sólo
unos pocos pueden apoderarse de él, para disfrutarlo bebiendo,
comiendo y bailando. ¿Qué comerán en las casetas de la Feria de
Sevilla? Bocadillos de caballa, a lo mejor.
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