Como
dice la Ley de Murphy, todo error susceptible de ser cometido se
cometerá. El ascenso de esta formación de nuevo cuño parece
imparable, y cuando más se dan a conocer sus barbaridades y sus
inconsistencias más crece el número de sus simpatizantes.
Parece
ser que Podemos es el coco que nos va a hundir en la miseria, cosa
que probablemente es cierta. Pero nos olvidamos de que ya tenemos
aquí a Bildu, Amaiur, ERC, que tampoco son moco de pavo. Ya
deberíamos estar acostumbrados a vivir tapándonos la nariz. Me
refiero a los que tenemos un poco de olfato todavía, porque los hay
que viven a gusto en medio del hedor.
Alegan
los votantes de Podemos que le votan por la corrupción en la que
están inmersos los partidos más importante, pero olvidan que han
sido ellos, con sus votos, quienes la han propiciado.
Quienes
de verdad quieren acabar con la corrupción votan a políticos no
corruptos, teniendo en cuenta que la corrupción abarca muchos campos
y no sólo el del dinero.
Alonso
Puerta fue expulsado de su partido por denunciar un acto corrupto que
había visto en el mismo. Fundó el PASOC, con el que se presentó a
las elecciones, y vio como la gente votaba mayoritariamente a los
corruptos. Ahí empezó la corrupción institucionalizada en España.
Los políticos vieron que aunque fueran corruptos la gente les seguía
votando.
Los
partidos que pugnan por la honradez no encuentran apoyo, puesto que
éste es todo para los demagogos, caraduras y déspotas varios.
La
historia de Alonso Puerta se repite. La honradez es arrinconada,
porque ser honrado es complicado y difícil y pocos son los que
quieren emular a los honrados. Si se admira a Julio Anguita no es
porque haya sido capaz de renunciar a los privilegios que le
corresponden, sino por sus descabelladas propuestas. Hay que hacerse
el ánimo, comprar pinzas y esperar el éxito de Podemos.
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