sábado, 14 de diciembre de 2019

No hay tanta diferencia entre Sánchez y Aznar

Si uno se fija bien, ambos tienen una ambición desmedida y un concepto de sí mismos que excede cualquier tipo de medida. Puede pensarse que Sánchez tiene la cara muy dura, pero basta con recordar que Aznar hablaba catalán en la intimidad para recordar que éste no le anda a la zaga.
La diferencia entre ambos estriba en que Aznar solo tuvo que pactar con Pujol, mientras que Sánchez ha de hacerlo con muchos. El electorado de Aznar no le habría permitido el compadreo con Bildu y el de Sánchez sí lo consiente. Se da el caso, además, de que ETA atentó contra Aznar.
Pero en el resto de los asuntos la cuestión es la siguiente: Aznar le dio todo a Pujol. La cabeza de Vidal Cuadras, y el nefasto engendro que tan caro nos cuesta a los valencianos y tanto mal hace: la malhadada Academia Valenciana de la Lengua. A Satanás no se le habría podido ocurrir nada peor. Luego vino un bobo llamado Camps y la incluyó en un nuevo Estatuto que nadie pedía.
Como consecuencia de todas esas cesiones que Aznar le hizo a Pujol vino el crecimiento inusitado de la porquería catalanista, instalada previamente en el Sistema por la gracia del miserable Felipe González.
Total que aquí tenemos ahora un jaleo de mil demonios, porque el inteligente y artero Pujol supo aprovechar milímetro a milímetro todas las concesiones de Aznar, sin que éste se diera cuenta de nada, ni le importara mucho. Lo suyo siempre ha sido mirarse al espejo.
Al cobarde Rajoy le explotó en las manos la bomba que se había ido fraguando durante los gobiernos anteriores, pero, de un modo o de otro, le hizo frente y estaba a punto de obtener la victoria, cuando el desalmado Sánchez lo quitó de en medio. Me he saltado a Zapatero. Es que lo imaginaba cenando con Maduro.


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