La historia es la que es, y luego hay quien al estudiarla e interpretarla intenta averiguar la verdad y aproximarse a ella en la medida de lo posible en sus conclusiones, y quien al que la verdad le importa un pimiento, o una pimienta, o un cebollo o una cebolla, y cuenta las cosas del modo que le da la gana, o el gano, sin gastar tiempo en averiguar nada.
Pues este es el caso de este gobierno que todavía es peor que miserable, porque es incompetente y a causa de esa incompetencia España se va a pique y antes de que la gente empobrecida por este motivo se rebele la distrae con historias de santos que no son. O sea, Santiago Carrillo, que tiene varias calles dedicadas, Dolores Ibárruri, que también las tiene, y otros de la misma maldad y talante sean presentados como defensores de la democracia.
Más o menos, nos quieren hacer creer, y con los tontos lo conseguirán, que Franco se despertó un día, tomó una coca cola para desayunar y, como consecuencia, lleno de energía, se dijo: Voy a dar un golpe de Estado e instaurar una dictadura, para que se enteren de quién es este gallego bajito. Y luego achacarle actitudes genocidas.
La realidad es que Franco se unió a la guerra cuando ésta era inevitable y que las actitudes genocidas estuvieron en el otro bando. Lo que pretende hacer este gobierno es tan ridículo como inútil, porque lo hechos no se pueden cambiar, y si no sabe eso es que todavía es más inepto de lo que parece, pero todo apunta a que dentro de su torpeza vislumbran que han propiciado una catástrofe sin precedentes y buscan una salida para ellos, un modo de escapar a su destino, que no puede ser más que sombrío. Tienen que pagar el mal que han hecho. Arzalluz dijo: pasaré a la historia como un malvado. Esos también.
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‘Diario de un escritor naíf’
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