miércoles, 23 de junio de 2021

Moralmente, siempre serán delincuentes

 

No es que yo haya mirado la bola de cristal, porque ya ni recuerdo donde la tengo guardada, es que a esos tipos -entre esos tipos y yo hay algo personal- no se les ve ni un átomo de sensatez, ni un indicio de inteligencia, ni un amago de vergüenza. No cabe esperar, pues, nada bueno de ellos.

Han hundido la economía de Cataluña y han perjudicado gravemente la del resto de España. Han roto familias y amistades, y han generado corrientes de odio que tardarán mucho en ser erradicadas. Con este último afán han salido del sitio en el que deberían haber pasado el resto de sus días. La justicia poética sería que, ya que ellos no, el Felón acabara sus días en la cárcel.

Felipe González y Alfonso Guerra, los ídolos de Javier Cercas, estarán satisfechos. Ellos renovaron el PSOE, y fruto de esa renovación ha sido esta inmundicia. Ya se ve que se esmeraron al sentar las nuevas bases del partido. Apuntaba maneras ya en los tiempos de esos dos, cuando por debajo de la propaganda asomaba la vileza, un tanto disimulada, querían hacer creer que era otra cosa. Hubo socialistas insignes que se lo creyeron. Ellos eran otra cosa. Unos cuantos socialistas de entonces, no de la primerísima fila, tenían ideales, eran otra cosa. Luego llegó un zapatero, ¡Rodríguez Zapatero!, y con él la vileza ya indisimulable, incluso con algunos de los suyos. Parecía que el PSOE había tocado fondo, pero luego fue el turno del Felón, que ha demostrado que no hay fondo. Todo se puede empeorar siempre. El suyo es el peor gobierno de toda la historia de España, por el momento. Que no cante victoria este pájaro. Otros vendrán que bueno te harán.

Lo propio de un felón es la traición. Siempre la traición. Acompañada en el caso de este por la sonrisa que ya todo el mundo sabe que es boba.


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