jueves, 3 de junio de 2021

Uso del asesinato de Guillem Agulló

 

Guillem Agulló fue asesinado en 1993 y su caso fue juzgado, aunque hay controversias sobre la sentencia. Nueve años antes los catalanistas pusieron una bomba en el despacho de Pedro J. De la Peña. Los autores del atentado pasean impunes por el mundo, quizá lamentando que quien eligieron como víctima no pudiera al despacho ese día, porque de haberlo hecho sus trozos se habrían esparcido por la facultad.

La extrema izquierda saca a relucir continuamente el asesinato de Agulló, para frenar la impunidad de la extrema derecha. ¡Ojo!, no es en contra de la impunidad, sino de la impunidad de la extrema derecha.

El ansia de justicia es un sentimiento limpio presente en todos los corazones humanos, siempre que no haya sido sustituido por el odio. Y este sentimiento, el del odio, es el que tratan de aprovechar los malvados para extraer réditos políticos.

La mayor parte de los actos violentos en la Comunidad Valenciana los llevan a cabo los catalanistas. Es en catalán como lanzan sus comunicados. Hay que recordar que Pompeyo Fabra unificó los dialectos catalanes con fines políticos y no lingüísticos. El catalanismo, sin la violencia, física o moral, no es nada. El catalanismo sin el odio no es nada. Hay catalanistas de extrema derecha y catalanistas de extrema izquierda y todos son violentos y todos excitan el odio y se hacen odiar.

Pero no sólo son violentos los catalanistas. Tienen sus cómplices y simpatizantes. Y todos hunden en la miseria todo lo que tocan.

Hay que huir como de la peste de todos esos partidos que fomentan el odio, que son todos los nacionalistas sin exclusión, y todos los partidos extremistas.

Esos que continuamente recuerdan el asesinato de Agulló y la controvertida sentencia no abogan por la independencia de los jueces, que sería lo ideal, lo que procede siempre, sino que pretenden estigmatizar a una parte de la población bastante numerosa, que se opone a sus designios.


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