sábado, 4 de octubre de 2014

Los obispos catalanes se burlan de Francisco

El papa Francisco ya ha hecho saber que no está de acuerdo con el nacionalismo. No puede estarlo porque el nacionalismo es incompatible con la doctrina católica, al margen de que la misión de los curas no es hacer política, pero eso no lo sabe el clero español.
A Francisco no le gustan los nacionalismos, pero no actúa con contundencia y esto para los nacionalistas es una debilidad. Los nacionalistas aprovechan toda prudencia y toda indecisión de quienes deberían obligarles a comportarse para ganar terreno. Los nacionalistas, además, lo infectan todo de trols y de guardianes de la ortodoxia, la suya, para obligar a los pusilánimes a pasarse a su bando.
Los obispos catalanes hacen algo muy feo, como es disfrazar un discurso egoísta y basado en el odio de algo noble y correcto. Los obispos catalanes afirman que los cristianos del país se reconocen y se reafirman en la tradición ininterrumpida de fidelidad a la lengua, a la cultura y a las instituciones propias de Cataluña.
Eso, señores obispos, que los cristianos del país no quieren saber nada con el resto de los españoles. Aparte de no se conoce que ninguna lengua se quejado jamás de la infidelidad de alguien, y que lo que ellos llaman cultura no son más que cambiantes costumbres. Barceleona fue la única ciudad de España que tuvo dos plazas de toros y esa afición, como otras se ha perdido.
El papa debería saber que más vale una parroquia sin cura, que una parroquia con un cura que predica el odio y el egoísmo. A corto plazo esto puede ser rentable, pero a la larga es muy malo para la Iglesia, de modo que debería apartar a unos cuantos de esos tunantes que predican por allí.
Los católicos nacionalistas deberían saber que van a ir de cabeza al infierno. Podrán pedirle a Pere Botero que les ponga una caldera aparte, les reconozca el hecho diferencial y les respete el derecho a decidir. Allí tendrán también a sus curas y a sus monjas. En pelota, porque hace mucho calor. Quizá alguna se deje la toca, para que conste que es monja.
 

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