Los
partidos nacionalistas no tienen como finalidad procurar el bienestar
de los ciudadanos, sino que defienden supuestos derechos históricos
de determinadas zonas geográficas. No miran al porvenir, sino que se
aferran al pasado.
La
consecuencia de todo ello es que quienes realmente se benefician de
esta política son quienes quienes tienen el poder real en esas zonas
geográficas. Y esos actúan como auténticos oligarcas. Consiguen
que la gente les vote masivamente recurriendo a una serie de enredos,
tergiversaciones e inventos, sustentados en última instancia por el
odio, tan común en aquellos lugares en los que abunda la frustración
a causa precisamente de que los oligarcas lo tienen todo bajo
control. Estos pájaros de cuenta consiguen desviar el odio hacia
otros. Hay un señor muy hábil con el peine, que probablemente
mientras enreda su pelambrera ha aprendido tambiéna enredar en
otros campos.
Es
obvio también que sin los partidos nacionalistas no habría sido
posible que las bandas terroristas que han surgido en España
perduraran tanto. Los nacionalistas, especialmente hábiles para
inventar agravios, con los que incitan al odio, proporcionan
'argumentos' a los terroristas y sobre todo a quienes les amparan y
protegen, algunos de estos últimos pertenecientes a la Iglesia
Católica Romana y Apostólica. El Papa actúa con ellos con suma
prudencia, por si acaso.
Gorka
Maneiro pertenece a UPyD, el partido que con más firmeza ataca al
terrorismo, la corrupción y la estupidez.
Gorka
Maneiro había protestado por los escándalos de Epsilon e Hiriko,
que tan onerosos han resultado para el contribuyente. Una cantidad
inimaginable de millones de euros en ayudas públicas. Gorka Maneiro
con esta iniciativa ha procurado por la gente que trabaja duro para
pagar los impuestos.
Y
el PNV se ha cabreado, porque los partidos nacionalistas no
consienten que nadie les lleve la contraria. Le han llamado termita
carroñera y alumno aventajado de Goebbels. Cualquier democráta que
sea insultado por un nacionalista debería dar saltos de alegría.
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