Según
el Diccionario
de topónimos españoles y sus gentilicios, de
Pancracio Celdrán Gomariz, a los naturales de Guecho se les llama
guechotarras.
Quizá
fueron unos guechotarras quienes colocaron una placa con el nombre de
un etarra en una plaza de Guecho, y
fue una modélica asociación vasca, Covite,
la
que pidió al ayuntamiento de la ciudad que retirara inmediatamente
dicha placa. Parece
mentira que lo tuviera que pedir alguien, pero así están las cosas.
Puede
que haya gente que no sepa qué es Covite, o que la hayan
desinformado haciéndole creer que defiende intereses particulares.
Pues
no. Defiende la dignidad de todos los españoles, muy pisoteada
últimamente a causa de la desidia o el cálculo electoral de quienes
cobran por defenderla.
Covite
no se ha limitado a pedir la retirada de esa placa que llena de
infamia al pueblo y a España entera, sino que además ha anunciado
una denuncia
judicial ante la Audiencia Nacional.
Hechos
como el citado parece ser que están relacionados con la
razonable petición de Covite de
que por cada víctima de ETA haya una placa. Los
enemigos de la dignidad pretenden
igualar los crímenes etarras con los supuestos excesos policiales.
Hay
400 crímenes etarras por resolver. Este hecho desmonta de raíz la
cantinela de los excesos policiales. Lo primero que hace un etarra
ante el juez es
alegar que lo han torturado, aunque al detenerlo lo hayan tratado de
excelentísimo señor. Lo
que ocurre es que en España hay muchos miserables que apoyan a los
etarras.
Hay
otra cuestión obvia: sin los nacionalismos no habría habido
terrorismo en España. Si
al advenimiento de la democracia a
los nacionalismos se les hubiera dado un poder acorde con la fuerza
que tenían en aquellos momentos tal
vez el terrorismo no hubiera podido hacer tanto mal. Y
el propio nacionalismo tampoco.
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