miércoles, 15 de octubre de 2014

Paloma Sanz Martín

Una de las capacidades humanas que conviene cultivar es la del agradecimiento. Le pedí a Paloma que presentara '1978. El año en que España cambió de piel' en Madrid y lo hizo con mucho gusto y derrochando simpatía.
Comenzó diciendo algo muy bonito para un libro de estas características y es que lo leyó de un tirón. Dado que no se trata de una novela, sino del retrato de una época pintado a varias manos resulta muy agradable escuchar eso y sobre todo teniendo en cuenta que también lo han dicho otras personas, con lo cual su afirmación inicial resulta muy veraz.
Tras la introducción, Paloma dio rienda suelta a otra de sus especialidades periodísticas, como la de la entrevista y nos lanzó varias preguntas a los autores y de nuestras respuestas se pudo deducir que si nuestra opinión coincide en algunas partes del libro no es porque lo hayamos pactado de antemano, sino porque es así; en otras, nuestra discordancia es total.
He de agradecerle a Paloma que con sus preguntas evidenciara que escribimos el libro con total libertad y que si hemos pisado algunos callos es porque había que pisarlos para no traicionar a los lectores. Si hubiéramos pensado en no ofender a este medio, o a esta persona, a lo que fuera el resultado habría sido algo comparable a un sucedáneo. En realidad, el libro podría catalogarse como irreverente y yo creo que esa fue una de las cosas que gustaron a Paloma, un encanto de mujer.
No pudieron asistir a la presentación, por exceso de trabajo, Ouka Leele, que luego se puso en contacto conmigo para explicármelo, Nuria Varela, Rosa Díez y Luis Antonio de Villena, colaboradores todos ellos del libro. En nombre de Rosa Díez vino Juan Luis Calbarro.
Sí estuvo otra colaboradora del libro, a pesar de su gripe: la elegantísima escritora Marina Mayoral. También tengo motivos de agradecimiento para ella.
 

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