Varios ayuntamientos valencianos han
colgado banderas republicanas en sus balcones. Se han servido, todos
o algunos, de diversas estratagemas para hacerlo. Que si no son
banderas, sino pancartas, puesto que no tienen mástil, etc.
¿Por qué lo han hecho? Pues la única
respuesta es que quieren incordiar. ¿A quién o quiénes? A muchos
de sus convecinos, sin duda. Pero el caso es que esas personas a las
que quieren molestar con su gesto pagan sus impuestos, o sea, que les
pagan el sueldo, o parte de él, a esas otras que disfrutan
molestándolas. Luego, con la cartera repleta, tendrán la
desfachatez de hablar de superioridad moral, o de hacer ver que se
sienten moralmente superiores. Viven, parcialmente, en un mundo de
ficción. Su deseo de ser moralmente justos pertenece a esa ficción,
mientras que su gusto por hacer el mal está claramente instalado en
la realidad.
Estos próceres de los ayuntamientos
tienen la obligación, porque se les paga para eso, y se les paga con
el dinero de los impuestos, de cumplir y hacer cumplir la ley. Esa es
la garantía que tienen los ciudadanos de que el dinero con el que
contribuyen a las arcas del
Estado no será usado en contra de
ellos.
Pero vivimos en un país con tan poca
tradición democrática que partidos incompatibles con la democracia
llevan la palabra democracia en su nombre y los hay que se lo creen.
Los hay que están convencidos que los actos contrarios a la ley
pueden ser democráticos. Los hay que creen que el perdón que hubo
entre ambos bandos durante la llamada Transición fue unilateral y no
se dan cuenta de que si no hubiera sido por ese gesto las venganzas
mutuas no habrían tenido final jamás. Los hay que son tan egoístas
que en lugar de preocuparse por los problemas importantes, como el
desamparo de las víctimas del terrorismo o de los desempleados, se
aferran a sus obsesiones.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Cantos al camino'
'Historias de la otra razón'
'Por qué España'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Cantos al camino'
'Historias de la otra razón'
'Por qué España'
No hay comentarios:
Publicar un comentario