Se conoce que Otegui dijo que esa (mala)
función de teatro según la cual los etarras entregaron las armas
era una manera de «cerrar un capítulo de la manera más digna
posible».
Hay que tener en cuenta que el hecho de
que alguien use una palabra no significa que conozca su significado
más allá de lo que dice el diccionario. Y ni siquiera eso. Para
entender lo que significa la palabra dignidad hay que estar en
condiciones de valorar el esfuerzo de Consuelo Ordóñez. Sólo quien
es capaz de comprender la importancia de la tarea que lleva a cabo al
frente de Covite y está dispuesto a colaborar en la medida de sus
posibilidades con la asociación conoce el alcance de la palabra
dignidad.
Un etarra, Otegui por ejemplo, que de
repente y a causa de un milagro sólo al alcance del mismo Dios,
tuviera alguna noción de lo que significa esa palabra comprendería
al mismo tiempo el inmenso daño que ha hecho la banda a la sociedad
española y comprendería que es imposible repararlo ni siquiera en
una mínima parte. Por supuesto que de inmediato se pondría a
colaborar con las instancias judiciales para esclarecer los atentados
que todavía siguen impunes. Tendría vergüenza de utilizar la
palabra dignidad. ¿Cómo va a tener dignidad un terrorista o quien
de forma activa o pasiva ha colaborado con los terroristas?
Otro en cuya boca la palabra dignidad
adquiere un significado grotesco es Arzalluz. Más próxima a la
verdad parece esa aseveración suya de que pasará a la historia como
un malvado. ¡Y tanto que sí!
Sabe perfectamente que sin el PNV no
habría podido existir ETA. La mera existencia de este partido ya era
una coartada para que la banda actuara con la crueldad que le es
propia, del mismo modo que sin la existencia de ETA el PNV no habría
podido alcanzar jamás tanto poder.
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