viernes, 21 de abril de 2017

En contra de que el sorteo sustituya al voto universal

Por circunstancias que bien merecen ser analizadas por los sociólogos y otros profesionales entendidos en la materia, vivimos tiempos en los que en las democracias de todo el mundo el nivel de la clase política ha bajado mucho, sobre todo a causa de los populismos, y en España se agrava el asunto, puesto que aquí la separación real de poderes no ha existido nunca, motivo por el cual además de populismos sufrimos nacionalismos y corrupción excesiva.
Este estado de cosas ha propiciado que algunos propongan sustituir el sufragio universal por el sorteo entre los ciudadanos más preparados para formar gobierno. A simple vista parece una buena idea, dado que el gobierno resultante tendría una gran preparación y estaría exento de las tentaciones totalitarias u oligárquicas, porque en el plazo estipulado volvería a haber otro sorteo para formar gobierno.
Lo que ocurre es que un examen más detenido demuestra que este sistema desnaturaliza la democracia, puesto que los ciudadanos dejarían de ser responsables de su destino. Su papel vendría a ser el mismo que se tiene en las dictaduras. Los gobernantes actuarían como dictadores que se suceden unos a otros. Al salir del gobierno, recuperarían el papel de súbditos que tenían anteriormente.
En democracia, aunque muchos se tomen como un juego el acto de votar y no se hacen responsables de los malos actos de gobierno que perpetran los beneficiarios de su voto, los ciudadanos son responsables del destino de la nación. Muchos votan pensando que si sale mal basta con cambiar el voto la siguiente vez, sin tener en cuenta de que mientras llega esa siguiente vez los políticos que han votado toman muchas decisiones.
La democracia es un sistema para gente madura y responsable y optar por el sistema del sorteo equivaldría a infantilizar a la población, hecho este que tiene unos efectos que perduran durante generaciones.



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