Parece ser que algunos británicos tildan
de oportunista, o algo peor, la posibilidad de que España aproveche
algún de su gobierno en la negociación del Brexit para tener alguna
ventaja en el contencioso gibraltareño.
Olvidan que su nación ha siempre tan
presta para mejorar las condiciones de vida de los suyos como para
empeorar las de los demás.
En este sentido cabe recordar que su
intromisión en la Guerra de Sucesión española no tuvo nada de
altruista y que el daño que hizo a España con ello excede en mucho
la rapiña del Peñón de Gibraltar. Si se hubieran quedado en casa
disfrutando de sus prados y de sus fantasmas la tal guerra no habría
tenido lugar, o habría durado muy poco, con el considerable ahorro
de muertos y Felipe V habría mantenido la aceptación popular de que
gozó al principio en toda España. Las secuelas de esa intromisión
todavía las estamos sufriendo los españoles, no hay más que
fijarse en lo que ocurre en Cataluña para verlo.
Los ingleses entraron en esa guerra que
no les concernía, perpetraron sus maldades, se retiraron cuando dejó
de interesarles y aun se quedaron con Menorca y Gibraltar como pago
por sus desmanes.
Se ven a sí mismos como muy nobles, pero
es porque sólo recuerdan lo que les conviene y olvidan la gran
cantidad de felonías que han venido perpetrando a lo largo y lo
ancho del mundo.
Si de verdad fueran nobles reconocerían
que es un anacronismo que exista una colonia en nuestros días y, es
más, que nunca debieron haber ocupado el Peñón. Todo lo que no sea
eso es un acto de fuerza, ilegítimo, consentido por un mundo que no
tiene a la justicia entre su prioridades.
El Reino Unido no tiene ningún derecho a
presumir de nada mientras mantenga a Gibraltar entre sus posesiones.
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