domingo, 2 de abril de 2017

Peores que los nazis

En tiempo de Hitler, no ser nazi en Alemania equivalía, prácticamente, a una sentencia de muerte. En cualquier caso, la situación era peligrosa. Nada de ello impidió que algunos alemanes se comportaran con una heroicidad difícil de alcanzar para la inmensa mayoría y generalmente sin recompensa ni reconocimiento.
En el País Vasco quienes se sitúan a favor de las víctimas del terrorismo y en contra de ETA corren riesgo de exclusión social. Durante decenios el riesgo ha sido mucho mayor, pero ni punto de comparación con el de los alemanes del periodo nazi. Por eso cabe considerar que los vascos que de forma voluntaria o por cobardía son cómplices de ETA son peores que los nazis. Del mismo modo se puede considerar a los catalanes que van libreta en ristre tomando nota de los comercios que rotulan en español para denunciarlos. Esos vascos y esos catalanes son peores que los nazis, pero el resto de españoles no pueden echar las campanas al vuelo por sentirse no afectados por la comparación, puesto que no hay más que ver el sueldo que percibe Mónica Oltra y el de Consuelo Ordóñez, por citar dos señoras que viven en Valencia, y luego fijarse en la labor que hace cada una por los españoles.
Si Consuelo Ordóñez recibiera de los españoles el cariño que merece y Covite, la asociación que preside de forma absolutamente modélica, no los mil suscriptores a diez euros al mes, que necesita, sino un millón al menos, esos vascos cobardes y dañinos tendrían que esforzarse por ser mejores personas y ese etarra maldito, como todos los etarras, no habría conseguido el permiso carcelario.
Del mismo modo que Alemania tuvo que reconocer su error y hoy en día nadie presume de su pasado nazi, también la sociedad vasca que ha amparado la brutalidad etarra tendrá que lavar este pasado y reconocer ante las víctimas del terrorismo su culpa.


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