lunes, 8 de julio de 2019

Filosofía, Holocausto y cerdos

Un profesor de filosofía hizo una comparación intolerable, de forma pública, además, y con gran ruido. Lo más probable es que el asunto llegue a los tribunales de justicia, pero el síntoma es inquietante.
Si alguien que ha cursado los estudios de filosofía y luego ha conseguido convertirse en profesor de la materia lleva a cabo dichas actuaciones de forma pública, algo falla en el sistema. Si la filosofía no sirve para que quienes cursan esta disciplina aprendan a pensar con un mínimo de rigor, es que no se da bien. Quienes fueron los profesores de esta persona y quienes diseñaron los planes de estudio mediante los cuales accedió al título, deberían plantearse muchas cosas, porque en estos tiempos que corren al personal no le gusta responsabilizarse de la consecuencia de sus actos o decisiones.
Los responsables de que esta persona haya podido lograr un puesto en el profesorado tampoco deberían sentirse muy felices, ni desentenderse del caso.
Se trata de alguien que se cree capaz de cambiar las costumbres alimenticias que viene manteniendo la humanidad a lo largo de toda su historia. ¿Cómo es posible que tan peregrina idea pase por la cabeza de un profesor de filosofía? ¿Se cree mejor que todos esos pensadores a los que ha tenido que estudiar? ¿Los ha estudiado bien? ¿Se cree capaz de transmitir los pensamientos de ellos a sus alumnos?
Esa falta de humanidad que ha puesto de manifiesto, al reírse a su modo del Holocausto, tampoco debería ser propia de un profesor de filosofía, aunque otros del mismo ramo, en diferentes ocasiones y por distintos motivos, también hayan demostrado esa carencia, inquietante por demás, en cualquier ser humano.
El Holocausto debería ser objeto de atención preferente en cualquier ser humano, pero sobre todo en los del ramo de la filosofía, por cuanto revela de todos nosotros sin excepción. El hecho de que sea tratado de forma banal por alguno, refuerza esta idea.

No hay comentarios: