sábado, 23 de noviembre de 2019

Desencanto con lo de Leguina y Redondo

El desencanto es mío y viene motivado por el hecho de que al ver los nombres de estos dos personajes, que antaño fueron referentes del PSOE, había creído que se estaba moviendo algo en este partido con vistas a su regeneración y conversión en algo razonable.
Después de ellos va una constelación de nombres de personajes a los que se puede reconocer como de izquierdas, pero que, al menos los constan en el reportaje, jamás han militado en el PSOE. Son intelectuales que, de un tiempo a esta parte, y conscientes de que el poder o sus aledaños han acampado individuos desaprensivos, suelen poner sus firmas en documentos generalmente aceptables. Suelen ser los mismos siempre y a pesar de sus buenas intenciones sus iniciativas tienen pocos resultados, porque el peligro crece, no disminuye.
Otros, que también se dicen intelectuales, pero que en modo alguno lo son, puesto que reman a favor de quienes les pagan, también firman manifiestos, pero lo que pretenden éstos es perjudicial para la sociedad. Hay que insistir en que un intelectual siempre ha de ser libre y no ha de obedecer más voz que la que surja de su conciencia. Y no conviene olvidar tampoco que un intelectual puede equivocarse, igual que cualquier otra persona, pero que el miedo al error no debe hacerle callar. Los receptores de su mensaje no deben limitarse a atender lo que dice, sino que han de meditar sus palabras y tomar sus propias decisiones.
Todo lo anterior es la explicación de mi desencanto. No es que el PSOE quiera regenerarse, para ser útil a los ciudadanos. Hasta el momento, las maldades superan a los hechos positivos, y con Sánchez e Iceta a los mandos, más la ‘ayuda’ de Iglesias y Montero, la catástrofe puede superar todo lo visto hasta el momento, e incluso lo imaginable. 

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