viernes, 8 de noviembre de 2019

Ponsatí y la justicia británica

Ningún país europeo puede competir por sí mismo en el mercado mundial. La Unión Europea es una necesidad. Nos jugamos, además, el Estado del Bienestar que con tanto esfuerzo hemos conseguido los europeos.
Sin embargo, esta necesaria UE está siendo dificultada y torpedeada por los nacionalistas, tan presentes todavía en el mundo, y que solo sirven para hacer el mal, como lo prueba el Brexit, sin ir más lejos, o deslealtad con España que muestran varios países en el caso de las euroórdenes, necedades de Sánchez aparte. Más graves son las de Puigdemont, Torra, Junqueras, o la misma Ponsatí, que bajo la capa de intelectualidad con que se cubre esconde un alma en nada diferente de la de los hunos.
Si recapitulamos sobre la cuestión tenemos que sin la intervención de Inglaterra la Guerra de Sucesión habría durado muy poco y consecuentemente la situación de Cataluña ahora sería muy distinta. Cuando ya no les interesaba esa contienda, los ingleses la abandonaron, pero rapiñando además Menorca y Gibraltar, y ahí siguen, sin avergonzarse del mal causado, ni de conservar algo que no les pertenece. La piratería, hay que decirlo claramente, forma parte de sus ‘virtudes’, y no se podrán desprender de ella mientras no abandonen el nacionalismo.
Los británicos también ayudaron a Bolívar, pero luego le impidieron cumplir su sueño de hacer un único país de toda la América del Sur. Ellos promovieron la división en muchas naciones. La vocación del nacionalismo es perjudicar a las demás naciones.
Se vio en Europa cuando las guerras en la antigua Yugoslavia. Las distintas naciones que componen la Unión Europea fueron incapaces de adoptar una política común y cada una de ellas defendió sus intereses particulares, cuando el interés general era el de frenar las matanzas y procurar lo que más conviniese a los ciudadanos de esa zona. Lejos de eso, primaron los egoísmos. Nadie se avergüenza.


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