jueves, 14 de noviembre de 2019

Iceta, el hombre

Digo el hombre por no decir el bailón, o ‘el peligroso’, porque hay quien, exageradamente, lo ha catalogado como el hombre más peligroso de España.
Qué va a ser el más peligroso, si andan sueltos por ahí terroristas como Otegui o Sastre, ambos condenados por delitos espeluznantes.
Iceta no es más que un pobre diablo que cree que la doblez es un arte y no algo muy feo. Claro que ‘habilidad’ suya, en la que es un experto consumado, ha sido detectada por Sánchez, gran admirador de todo lo que sea inmundo y no se utilice en su contra. Ese es el motivo, pues, que de entre todos los líderes regionales socialistas, él sea su preferido, sin duda, porque lo considera el menos proclive de todos a cumplir con su palabra.
Son socialistas, se dicen de izquierdas de un modo en que parece que la verdad está en la izquierda, pero luego resulta que se refieren a la posverdad, o se intitulan progresistas, pero callan que el progreso es hacia la ruina.
El PSC es el cáncer del PSOE desde los primeros momentos y Felipe González y Alfonso Guerra, que entonces iban los dos a una, lo consintieron. El socialismo tiene vocación ecuménica y el PSC lo desnaturaliza al convertirlo en nacionalista, que es todo lo contrario. Ese nacionalismo se ha contagiado a otros grupos regionales del PSOE, que está claro que de obreros ya tienen poco y la palabra socialista les sirve para hacer demagogia y que muchos no se den cuenta.
Un antecesor de Iceta, Rodolfo Guerra, se sirvió de su condición de caganer cuando Letamendía, en el proceso de redacción de la Constitución, propuso una enmienda para introducir el derecho de autodeterminación. No lo llamaron al orden los jefes de su partido, ni lo obligaron a votar la enmienda.
O sea, que, de momento, eso es el PSOE.

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