viernes, 29 de noviembre de 2019

Quizá Javier Cercas acabe por abrir los ojos

En el mes de junio, abrió uno al menos. Fue cuando reconoció, artículo mediante, que el nacionalismo es una estafa y que los separatistas los han traicionado. ¿Qué otra cosa podía esperar o pensar?
En ‘Anatomía de un instante’ lleva a cabo una magnífica labor de investigación, gracias a la cual se lleva a conocer con bastante aproximación lo que sucedió en el momento señalado. Pero además de dar a conocer esos datos explicó también su parecer, asunto en el que muestra su carácter acomodaticio y puede decirse que la traición tampoco es ajena a él.
Reconoce en el artículo mencionado al principio que al llegar a Cataluña se ad0tó al ambiente catalán e incluso aprendió su dialecto. Hay que recordar que es un invento de Pompeyo Fabra, que fue un sujeto que habría querido borrar la lengua española de la faz de la tierra. Empeño en el que siguen muchos otros no menos indecentes que ese.
No solo se acomodó al nacionalismo catalán, en su caso disfrazado de socialismo, sino que también lo hizo al socialismo, esto en el plano general y no local como el otro. Trataba de hacerse perdonar por los socialistas que sus padres fuesen de derechas, y esta es la traición de la que hablaba. Que además es del género tonto.
Como consecuencia de esa estupidez, ve a Adolfo Suárez, que se jugó la vida a diario para traer la democracia y se la volvió a jugar para defenderla y bajo su presidencia vivimos el tiempo más democrático de nuestra historia, como mezquino, y Felipe González, todo mezquindad y origen de todos los males que se ciernen sobre nosotros, como un gran hombre de Estado. Desde luego que Santa Lucía no ha tenido mucho cuidado con él.
Felipe González, sectario desde el primer día y que enseñó a demonizar a la derecha, se lamenta ahora de la política de bloques, como si no estuviera en su origen.

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