viernes, 24 de julio de 2020

Consecuencias de significarse como superdotado intelectual


Contrariamente a lo que hacía la mayoría de los que ingresaban en Mensa, que ocultaban este dato a sus conocidos y algunos incluso a sus propias familias, opté por hacer pública mi pertenencia a esta asociación y también a ISPE, que es un grado más.
Me salí de ambas, porque esperaba encontrar personas con curiosidad sana por el prójimo, capaz de reconocer la inteligencia ajena, y no solo la propia, comprensiva, tolerante, independiente y cordial y lo que encontré fue lo mismo que en cualquier parte, la mala uva, la tendencia a la adulación al macho alfa, el gusto por refugiarse en la manada y las puñaladas traperas.
Pero a lo que iba, el coste de hacer pública la condición de superdotado es que se aproxime mucha gente, con la intención de medirse y salir ganando. Hay que comprender que cada cual plantea la batalla en el terreno que le conviene y con sus propias reglas. También que nadie dice: voy a compararme contigo, sino que lo hace en su fuero interno, aunque sin querer va dejando pistas que delatan su propósito.
Dicho esto, habría que tener en cuenta dos cosas: a) que Ortega y Gasset medía a las personas según su capacidad de profundizar en la cordialidad, lo cual, si se piensa, parece muy adecuado. Y a continuación hay que darse cuenta de que muy pocas personas cultivan la cordialidad y que ninguno de esos que quieren medirse con un superdotado intelectual lo hace en este campo.
La segunda cuestión, o b) es que el reto humano consiste en ser mejor, pero esto es muy difícil, aunque se suele traducir como muy aburrido. Es difícil e incluso peligroso, por lo que se sustituye, generalmente, por ser más. Esto de querer ser más proporciona muchas frustraciones, muchas envidias, muchas catástrofes, muchos crímenes.
Es frecuente encontrar a alguien que quiera ser más, es mucho más raro dar con quien procure ser mejor que uno.

No hay comentarios: