Si algo va quedando de manifiesto a lo
largo del tiempo es que el Rey siempre está donde tiene que estar,
si es necesario que esté. Se acaba de ver en el caso del funeral por
las víctimas del virus chino, cuando otros fantoches que pretenden
desacreditarlo se han procurado excusas baratas para no ir.
¡Claro que no les importan los
fallecidos por el virus chino! ¡Si ni siquiera se han molestado en
contarlos! Eso significa que su interés por los ciudadanos se
circunscribe a la posibilidad de utilizarlos y manipularlos, para
vergüenza de los masoquistas que los sostienen con sus votos.
Incluso
el anterior Rey, con todas sus imperfecciones, esas que los dos
psicópatas que toman las decisiones más importantes hoy en día
sacan a la luz regodeándose, supo estar en su sitio siempre que hizo
falta. Hasta fue capaz de abdicar cuando
pensó que ello convenía a España. Esa
lección no serán capaces de aprovecharla los mangantes que nos
gobiernan, ni ninguno.
Ninguno
de los dos ausentes principales en el funeral por las víctimas del
virus chino tiene autoridad moral para criticar al Rey, ni tampoco
para desenterrar a Franco. No tienen autoridad moral para nada,
porque no tienen vergüenza de ninguna clase.
Alguien
ha dicho que de un comunista solo se pueden esperar falsedades y
mentiras, lo cual no es cierto. Es
indudable que se refiere a los comunistas del gobierno, pero hubo
otros, como Julio Anguita o Marcelino Camacho, que podían decir
barbaridades, pero no mentían.
En
los países democráticos, las monarquías funcionan muy bien y
proporcionan una estabilidad que en el caso de España resulta muy
necesaria. Precisamente,
quienes quieren acabar con la monarquía también aspiran a
sustituir la democracia por una dictadura bolchevique, ansían
condenar a los españoles al hambre y la miseria, someterlos a un
régimen cruel y arbitrario.
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