martes, 14 de julio de 2020

Lérida y el virus chino


Una de las cosas que caracteriza a los españoles es la obediencia. Supongo que esto hay que achacarlo a la tradición absolutista y dictatorial de España, de tal modo que llegadas las libertades con la democracia, no solo, en términos generales, no las sabemos aprovechar, sino que permitimos que nos las arrebaten.
Alguien se dice demócrata y si es de izquierdas ya lo creen muchos, a pesar de que todas las dictaduras que existen hoy en mundo, que no son pocas, son de izquierdas y terriblemente sanguinarias. Los sinvergüenzas se sirven de Franco para disimular esto.
Lo digo porque al ser los españoles tan obedientes los gobernantes tenían ventaja para combatir el virus chino. Lo que ocurre es que ésta no es su prioridad. Hay otras cosas más importantes para ellos, por culpa de las cuales ha muerto mucha gente, con frecuencia de forma atroz. Una sociedad civilizada no debería permitir que nadie muriera de esa forma. Pero aquí lo primero es el feminismo, que tampoco lo es, porque el feminismo original ha degenerado en nazifeminismo; la necesidad de disimular el machismo del vicepresidente segundo; de proveerle de bastantes espejos al presidente, etcétera.
Si la prioridad del gobierno fuera el virus chino se habría explicado al personal una y otra vez cómo tenía que hacer para evitar el contagio, se habrían practicado test, para aislar a los positivos, se habrían evitado las aglomeraciones, se habría contado a los muertos escrupulosamente. No habría hecho falta parar la economía. La gente vería un gobierno responsable y actuaría con responsabilidad.
En Lérida ocurre lo mismo. ¿Hay alguien en el mundo que perciba a Torra como un sujeto responsable y preocupado por el bienestar de los catalanes? Obviamente no. Lo que percibe todo el mundo es que el presidente de la región catalana es un payaso fracasado, porque no tiene gracia alguna y que lo hace todo a la remanguillé. Estamos en peligro con esa gente a los mandos.
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