Como
consta en el libro '1978. El año en que España cambió de piel',
fueron los socialistas quienes se empeñaron en considerar demócratas
a los nacionalistas, porque adquirieron tiempo atrás la equivocada
idea de que ser antifranquista equivalía a ser demócrata. Cosa
incierta, obviamente.
En
los años del tardofranquismo, en sus frecuentes reuniones en el
extranjero, los nacionalistas inficionaron a los socialistas con
ideas absolutamente extrañas al socialismo, pero que los socialistas
se tragaron como si fueran las tablas de la ley. De ahí que los
socialistas valencianos, catalanes y vascos sean más nacionalistas
que socialistas, a pesar de que nacionalismo y socialismo son
incompatibles.
Esta
deriva hizo que en Cataluña surgiera Ciudadanos, como alternativa al
PSC; en el País Vasco UPyD, como alternativa al PSE; y en el Reino
de Valencia el PSPV haya perdido la hegemonía de que disfrutó al
principio.
Esta
equivocación del PSOE con respecto a los nacionalistas hizo que en
la Constitución se les otorgaran unas ventajas inconcebibles, que
han aprovechado al máximo. Y esos nacionalistas que tanto deben a la
Constitución no la respetan. Tampoco lo han hecho nunca. Y los
socialistas siguen sin enterarse. Algunos sí se enteran, pero a
título personal, a destiempo y fuera de los lugares indicados para
ello.
Parte
del PSOE, y concretamente el PSC, ha actuado en contra de los
intereses de España, al apoyar a los nacionalistas en una aventura
que ni interesa a los obreros, ni conviene a los españoles,
incluidos los que viven en Cataluña.
Todo
lo que saben decir los nacionalistas con respecto a la democracia es
“nada hay más democrático que votar”. Si se pusiera todo a
votación se armaría una buena. ¿Votamos si hay que expropiar todos
los bienes del conde de Godó?
Lo
más democrático que hay es el respeto a la ley.
Y
donde hay editoriales conjuntos no hay democracia. Esto no necesita
explicación.
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