Se
supone que el Instituto de Estudios Catalanes es una suerte de
remedo para el catalán de lo que es la RAE (fundada por Felipe V)
para el español.
En
el Reino de Valencia (cuando todos empleen la denominación oficial
yo también lo haré) hay una especie de sucursal del tal IEC. El
establecimiento de esa sucursal fue una traición en toda regla de
Zaplana al pueblo valenciano. Por cierto, Telefónica va peor desde
que ha fichado a Zaplana. Esa sucursal es la fenicia AVL y nos sale
muy cara a los valencianos. Fabra se atrevió a cerrar la televisión
valenciana, pero para hacer lo mismo con la AVL ya le faltan
redaños.
Por
cierto, Zaplana dio la puñalada a los valencianos por orden de
Aznar, que quiso complacer a esa 'bellísima persona' que es Pujol.
El milhombres.
Pero
el IEC es una institución que depende de un gobierno nacionalista y
ya se sabe que el nacionalismo es una peste que lo politiza y
emponzoña todo.
Como
no puede esperarse ningún gesto elegante del nacionalismo, sino todo
lo contrario, el IEC se ha entrometido en los asuntos valencianos. Se
sale de la ciencia para entrar en la política. Los nacionalistas
tratan de hacerlo ver todo al revés y entonces dicen que los
valencianos que defienden su derecho a decidir el futuro de su lengua
politizan el asunto de la lengua. Pues no señor. Lo politizan los
nacionalistas.
Los
lingüistas pueden investigar el origen de las lenguas, aunque dada
la comprobada afición de los nacionalistas a inventar su pasado,
tergiversar la historia y apoderarse de lo que no es suyo, todo lo
que surja de territorios en los que el nacionalismo tenga influencia
hay que ponerlo en cuarentena.
Los
lingüistas pueden averiguar el pasado de las lenguas pero el futuro
lo deciden quienes las usan. Si esto no lo saben los académicos del
IEC y de su sucursal AVL es que son unos burros; y si lo saben y lo
callan, es peor.
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