El
golferas citado ha dicho concretamente que “ha llegado la hora de
que nos saltemos la legalidad española”. No caerá esa breva.
Debería
comenzar por devolver los sueldos que viene percibiendo del Estado, y
su partido debería restituir las subvenciones que recibe,
fundamentalmente por morder la mano que le da de comer. Porque la
legalidad española o es muy peculiar o los encargados de defenderla
están aquejados de una laxitud total.
La
legalidad de España permite que los enemigos de España acampen en
su seno y gocen de todas las comodidades y ventajas que se puedan
imaginar. De hecho, el partido de este y otros golferas acogió en su
día a militantes de Terra Lliure, y otro antiguo dirigente suyo, que
en un alarde de sarcasmo y cara dura se fotografió con una corona de
espinas sobre su cabeza, visitó en coche oficial a unos etarras.
De
modo que no cabe esperar nada bueno de estos tipos y el hecho de que
obtengan tantos votos cabe achacarlo a cierta tendencia
autodestructiva que anida a veces en colectivos humanos. En donde
este partido logre gobernar, las ocsas, en la mayor parte de los
casos, irán peor que antes. El regalo que esconden sus promesas es
la ruina.
La
legalidad española a la que se refiere Oriol Junqueras es la
Constitución, que fue aprobada mayoritariamente por los catalanes.
De modo que nos obliga a todos, puesto que los ciudadanos estuvieron
de acuerdo con ella. Las personas de bien respetan los compromisos
contraídos, así que este (mal) ciudadano está dando a conocer su
condición. Quienes le votan que no se llamen a engaño luego si los
traiciona. Quienes le votan que busquen la vergüenza por algún
lado, a ver si la pueden encontrar.
Que
la patria catalana se tenga que construir a base de tergiversaciones,
inventos, rapiñas, mentiras y traciones es significativo.
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