Hace poco vi un enlace que hacía
referencia a los planes de Anna Gabriel en Suiza. Hice clic, para
leer el reportaje, porque el asunto es significativo, puesto que
tiene mucho que ver con la realidad actual, en la que muchos trabajan
como condenados, a cambio de muy escasos sueldos y otros hacen
payasadas, con las que consiguen vivir como príncipes.
Decía la información que esta señora,
cuya imagen ha dado un vuelco total, dejando claro que antes
representaba un papel en una comedia, aspira a encontrar trabajo como
profesora en una universidad suiza, pero que esto da muy poco dinero
y ella necesita más.
Esto último sería normal en según
quien, pero no lo es tanto en alguien de la CUP, o sea, antisistema,
anti todo lo decente y correcto, y quien no lo crea así que repase
lo que decía de sí misma esta señora. Es que llamarle señora en
aquel momento podría haber sido considerado como un insulto por
ella. Y ahora ha modificado la imagen, ya se le puede llamar señora,
ya se ha lavado los sobacos, ya lleva una melena correcta, etc. La
cuestión es que la CUP la sigue apoyando. Deberían haberla
expulsado al ver su transformación, puesto el grito en el cielo al
ser patente el engaño en que tuvo a sus seguidores hasta el momento,
pero no, nada de eso ha ocurrido. La CUP ha sabido desde el principio
que todo era mentira y le parece bien que el sueldo de profesora de
universidad le resulte escaso y pretenda encontrar modos
complementarios de conseguir dinero en abundancia.
O sea, que estos anticapitalistas
utilizan el anti para recaudar fondos, han encontrado una de las
infinitas posibilidades que ofrece el capitalismo, que consiste en
hacer teatro, pero no en los escenarios habilitados para ello, sino
en la calle y ocultando que es teatro.
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