No son, ni pueden ser, como las del Gran
Capitán, que fue un héroe. Trapero de caganer no pasa. Algo chulo
sí parece, pero esta chulería también puede significar que acepta
los cargos que hay contra él, puesto que en lugar de defenderse vino
a culpar al Secretario de Estado de Seguridad, al CNI y a la Policía.
Será todo un espectáculo verlo asentir
cabizbajo a los cargos que el fiscal vaya desgranando contra él en
el juicio.
No sería el primero de los golpistas que
llorase, si lo hiciese, ni tampoco sería extraño. Estos tipos son
muy duros cuando creen que tienen la sartén por el mango, pero se
les va todo el ardor cuando se dan cuenta de que no es así. Entonces
recuerdan que existe la piedad y piden para ellos la que no tuvieron
con sus víctimas, porque los golpistas a lo largo del tiempo han ido
generando muchas.
Dicen
que lloró a lágrima viva Forcadell, esa aguerrida independentista
que señalaba enemigos y aseguraba
que no acataría a los ‘tribunales españoles’, pero luego,
puesta ante un tribunal se convirtió en María Magdalena, imploró
a la
juez que no la encerrara y
se abrazó luego a una funcionaria. ¡Pobre
Forcadell! Pero si previamente ha señalado enemigos luego debería
arrostrar las consecuencias.
Pero
si a las primeras de cambio ha meditado tanto y se ha arrepentido de
todo, habrá que ver cómo le sientan los años de cárcel que le van
a pedir si finalmente es condenada, porque
ellos, los golpistas, que siempre tienen la palabra democracia en la
boca, deberían saber que la impunidad sólo puede darse en las
dictaduras.
Por
otra parte, Trapero parece tener un porvenir en el que esa chulería
de salón que exhibe a veces tendrá pocas posibilidades de
mostrarse. Acató
su destino en su día, quizá porque es tonto, acaso porque es torpe,
y ahora está contando los días que faltan para que llegue.
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