Pide este medio a Alemania un gesto
conciliador con respecto al fugitivo Puigdemont, que tanto daño ha
hecho a hecho a Cataluña.
Olvida este medio que no es de Alemania
la responsabilidad, sino de un juez, que tampoco debe dejarse llevar
por su opinión, simpatías o antipatías, sino que debe ajustarse a
lo que marca la ley.
En un tiempo ya lejano, los jueces de
Estados Unidos fueron tenidos como faros por los del resto del mundo.
Entonces ellos creían que su país era el más recto del mundo y
obraban en consecuencia. Cuando se dieron cuenta de que no era así,
comenzaron a corromperse ellos también y hoy quizá puedan dar
lecciones en este particular. Particularmente, he tenido con un
percance muy revelador con un abogado estadounidense, que además
preside una sociedad, a la que no pienso pagar más cuotas. Hacerlo
en un lugar en el que el presidente, en un alarde de incultura,
grosería y sin demostrar ni una pizca de amor por la justicia, me
ofende, ante la mirada indiferente de los espectadores, al modo que
explicó Aurelio Arteta en ‘Mal
consentido’ , no me parece una decisión inteligente.
Todo esto que va ocurriendo me hace
pensar en Don Quijote, cuya naturaleza es difícil que logren
comprender los beocios. Ese empeño suyo en defender a los oprimidos,
en alzarse contra los atropellos, enfrentándose sin dudarlo ni un
segundo con quien hiciera falta, no puede ser entendido por los
espíritus mezquinos.
Don Quijote estuvo en Cataluña, pero su
paso por esa región no sirvió para infundir a sus pobladores ese
espíritu grandioso que le caracteriza, esa solidaridad con el mundo,
esa generosidad en el trato, ese deseo de grandeza, esa nobleza en el
proceder, sino que al menos dos millones de ellos, en los que se
apoya el fugitivo de la justicia, gustan de la traición, el egoísmo
y la mezquindad.
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