A los separatistas les gusta jugar a
hacer castillos de naipes. Se sirven de conceptos que desconocen. Lo
suyo es la grandilocuencia expresada con seriedad asnal.
La única persona que puede legitimar a
Puigdemont es el mismo, pero para eso ha de ponerse en manos de la
justicia, cosa que él, como corresponde a su condición de pájaro
de cuenta, no está dispuesto a hacer. Sólo él se puede legitimar,
porque se deslegitimó al actuar en contra del Estatuto y la
Constitución que había jurado. Una vez que él ha incumplido sus
obligaciones nadie más tiene nada que decir en el asunto, sólo él
tiene la potestad de recuperar el honor perdido.
Pero es que los separatistas no se
conforman con una burrada, las tienen que encadenar, para así hundir
de una vez por todas y para siempre, el buen nombre de Cataluña.
Mientras unos pretenden hacer presidente a Sánchez, que está preso,
acusado de delitos muy graves y sobre el que puede recaer una pena de
muchos años de cárcel, otros dicen que el presidente ‘legítimo’
sería Junqueras, sobre el que concurren idénticas circunstancias.
Poco les importan Cataluña y los
catalanes a estas personas. Han sembrado mucho odio y ha germinado en
muchas personas, incluso de fuera de esa región. Dado su proceder
tramposo, tratan de negar el hecho de que se han dado de bruces con
esa pared que es el Estado, y hay que ser burro para chocar con ella,
e intentan personalizarlo todo en el PP y en el Rey, puesto que el
PSOE ha dejado de ser socialista, para convertirse en nacionalista.
El PP no necesita mentir, como es el caso de los nacionalistas,
aunque muchos de los componentes del PP hayan mentido, con lo cual
han perjudicado a su formación y a España. El Rey, y ahí les duele
a los nacionalistas, está a la altura de las circunstancias.
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