Aclaro de antemano que desde hace algún
tiempo todo el correo Amnistía Internacional que me llega va
directamente a la carpeta de correo no deseado. Y cada vez tengo
menos remordimientos de que sea así.
Supongo, por otro lado, que esta
organización defenderá alguna vez, quizá por error, alguna causa
justa, pero no me puedo fiar de ninguno de los modos, porque da la
impresión de que los populistas tipo Podemos se han hecho con ella y
la utilizan para crear cizaña, para sembrar dudas sobre
procedimientos correctos o quizá contra conductas ejemplares.
La última barbaridad, que yo sepa, ha
sido la de exigir (nada menos que exigir) la liberación inmediata de
Cuixart y Sánchez y la retirada de todos los cargos. Y resulta que
están acusados de delitos muy graves y que los tribunales de
justicia consideran que deben proteger el bienestar del resto de
españoles manteniéndolos encerrados. A la vista de los historiales
de ambos, que se pueden consultar en Dolça Cataluña, ese digital
que tanto ha hecho y hace por proteger a los catalanes no infectados
por el nacionalismo y al resto de españoles, se llega a la
conclusión de que los jueces hacen muy bien.
Incluso hay juristas que piensan que
deberían ser más los secesionistas que estuvieran en la cárcel.
Dice Amnistía Internacional, cuyos
envíos electrónicos repito que me llegan directamente a la carpeta
de correo no deseado, que se preocupa por los derechos humanos en
Cataluña y eso no es cierto, porque si realmente fuera así se
alegraría de que la justicia haga su labor. Los derechos humanos
están en peligro cuando los delincuentes gozan de impunidad, cuando
los poderosos acosan a los indefensos y les abruman con imposiciones
y los amedrentan, que es lo que venía ocurriendo en Cataluña hasta
que la justicia ha entrado en acción. Gracias a que unos están en
la cárcel y otros en libertad condicional los anteriormente
oprimidos pueden respirar aires de libertad.
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