Hay leyes que no me gustan, pero mientras
estén vigor no tengo más remedio que aceptarlas y acatarlas. Opino,
por ejemplo, que con la cadena perpetua nos habríamos ahorrado
muchos atentados y mucha vergüenza. Si con ella en vigor alguno de
los etarras encarcelados diera muestras de verdadero arrepentimiento
se podría utilizar con él la opción del indulto.
Cabe anotar que cuando son condenados
políticos del PP o del PSOE, nadie dice nada, pero si la condena
recae en antisistemas, podemitas o nacionalistas surge la insidia de
la justicia está politizada y manejada por los dos partidos citados
anteriormente.
Pueden haber torturado algunos guardias
civiles, pero el hecho de que haya más de 300 atentados de ETA sin
resolver desmiente que lo hagan la Policía o la Guardia Civil. A
quienes lanzan esos infundios les falla la lógica y les sobra
malicia.
Muchos guardias civiles han sido cobarde
y vilmente asesinados. Los guardias civiles destinados en algunas
zonas de España, y sus esposas e hijos, son torturados
psicológicamente de forma metódica y despiadada por unos seres a
los que se puede catalogar, sin sentir ningún remordimiento por
ello, como degenerados. Hay muchos en España, también en otros
países, pero aquí no estamos hablando de ellos.
Los servidores del orden nacionales, a
cambio de unos sueldos módicos, y corriendo a veces graves riesgos,
se desviven para asegurar la tranquilidad y el bienestar incluso de
esos degenerados. La capacidad del agradecimiento no está entre sus
virtudes, sino que más bien tienden a la bajeza y la villanía.
No cabe duda, a tenor de sus actuaciones,
de que ese rapero que nos insulta siente más simpatía por los
etarras que por sus víctimas.
La Guardia Civil salvó a unos
impresentables que habían subido a un monte a poner una bandera
separatista. Si hubiera sido el caso, también habría salvado al
rapero delincuente, en todos los casos con gran diligencia y
soportando el asco estoicamente.
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