sábado, 3 de marzo de 2018

El rapero delincuente

Hay leyes que no me gustan, pero mientras estén vigor no tengo más remedio que aceptarlas y acatarlas. Opino, por ejemplo, que con la cadena perpetua nos habríamos ahorrado muchos atentados y mucha vergüenza. Si con ella en vigor alguno de los etarras encarcelados diera muestras de verdadero arrepentimiento se podría utilizar con él la opción del indulto.
Cabe anotar que cuando son condenados políticos del PP o del PSOE, nadie dice nada, pero si la condena recae en antisistemas, podemitas o nacionalistas surge la insidia de la justicia está politizada y manejada por los dos partidos citados anteriormente.
Pueden haber torturado algunos guardias civiles, pero el hecho de que haya más de 300 atentados de ETA sin resolver desmiente que lo hagan la Policía o la Guardia Civil. A quienes lanzan esos infundios les falla la lógica y les sobra malicia.
Muchos guardias civiles han sido cobarde y vilmente asesinados. Los guardias civiles destinados en algunas zonas de España, y sus esposas e hijos, son torturados psicológicamente de forma metódica y despiadada por unos seres a los que se puede catalogar, sin sentir ningún remordimiento por ello, como degenerados. Hay muchos en España, también en otros países, pero aquí no estamos hablando de ellos.
Los servidores del orden nacionales, a cambio de unos sueldos módicos, y corriendo a veces graves riesgos, se desviven para asegurar la tranquilidad y el bienestar incluso de esos degenerados. La capacidad del agradecimiento no está entre sus virtudes, sino que más bien tienden a la bajeza y la villanía.
No cabe duda, a tenor de sus actuaciones, de que ese rapero que nos insulta siente más simpatía por los etarras que por sus víctimas.
La Guardia Civil salvó a unos impresentables que habían subido a un monte a poner una bandera separatista. Si hubiera sido el caso, también habría salvado al rapero delincuente, en todos los casos con gran diligencia y soportando el asco estoicamente.


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