Entre toda esta barahúnda de políticos
desnortados, cuya presencia en el Parlamento en muchos casos resulta
denigrante para los ciudadanos responsables, destaca la sensatez de
Felipe VI, gracias a la cual podemos respirar con relativa
tranquilidad.
Que su discurso fue muy bueno queda
probado, para quien no lo haya leído, por las reacciones adversas
que ha suscitado entre los rufianes, alguno de los cuales, cuya
condición de imbécil no le puede discutir nadie, pregunta que para
qué sirve un rey. Pues para mucho más que tú, imbécil, que no
haces más que maldades y no dices más que chorradas.
Todo el mundo recordará que tras es el
esperpento del 1-O los buitres se abalanzaron sobre Rajoy, tratando
de doblegar su voluntad. Quizá el presidente del gobierno se
sintiera en aquellos momentos más solo que nunca antes lo hubiera
estado. Y entonces el Rey vino al rescate, no de Rajoy sino de todos
los españoles. Tras aquel soberano discurso el presidente del ya
tuvo unos apoyos que antes se le negaban. La legalidad se impuso y
los presuntos delincuentes pudieron ver que la realidad es un muro
contra el que se han estrellado y aunque aún no lo sepan han
fracasado, hundiendo al catalanismo para siempre.
El Rey en su discurso ha pedido que los
gobernantes, y en especial los de Cataluña, trabajen en beneficio
del pueblo y no en su contra. Naturalmente que a los montaraces
separatistas no se les puede convencer con palabras. Si alguno de los
que conformen el próximo gobierno catalán alega que ha cambiado de
actitud porque le ha convencido el discurso del Rey, será mentira.
Su cambio se deberá única y exclusivamente a su temor a ir a la
cárcel.
La gente cerril es así, no basta con
explicarle, del modo más claro posible, que debe ajustarse al marco
jurídico, que es el mismo para todos, sino que además necesita la
presencia vigilante de la policía, que es lo que realmente la lleva
al orden.
'2016.Año bisiesto'
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Septiembre puede esperar'
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
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