Se conoce que ya ponen a cualquiera a
hacer editoriales, ya ni siquiera un medio tan prestigioso como Le
Monde intenta hablar conocimiento de causa, sino que se conforma con
los lugares comunes.
La aplicación del 155 era una necesidad,
demandada a gritos desde mucho antes por buena parte de España y
destacados intelectuales y ex políticos. La convocatoria de
elecciones en esa fecha temprana fue una medida acertada, mediante la
cual Rajoy escenificaba su voluntad de dejar en manos de los
catalanes la decisión acerca de su futuro.
Dice Le Monde que el movimiento
independentista ha salido reforzado y eso es una bobada impropia de
un medio como ese, pues lo que ha ocurrido es lo contrario. Ya saben
los independentistas lo que ocurre cuando se saltan la ley. El futuro
se presenta lleno de peligros para ellos, unos reales y otros
latentes. Reales para quienes ya están bajo el ojo de la justicia,
latentes para los demás.
Con respecto a los malos resultados del
PP también Le Monde se sirve del trazo grueso, olvidando que fue
Aznar quien desmanteló a este partido en Cataluña, para complacer a
Pujol, y que tanto los nacionalistas como la izquierda y la extrema
izquierda basan gran parte de su estrategia en la demonización del
PP, a la que los mandos de este partido no sólo no saben responder,
sino que además coadyuvan. No es un problema personal de Rajoy, sino
en parte del partido y en parte de la deslealtad de sus adversarios
políticos.
Uno de los problemas de España es que
los votantes aplauden el juego sucio, en lugar de censurarlo, y que
han sustituido el uso de la razón por el sentimentalismo, lo cual
resulta indecente e inapropiado. Los sentimientos tienen su lugar,
que no es el del análisis, ni el de las decisiones. Los catalanes
que han votado a presuntos delincuentes han ofendido a los ciudadanos
decentes. Esa es la realidad.
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