La televisión catalana, tan falta de
ética y de vergüenza, retransmitió un mensaje de Puigdemont, desde
el lugar en el que está burlando la acción de la justicia, sin que
Soraya haya hecho nada para impedirlo.
Como si Soraya se quisiera vengar de los
catalanes, porque después de haberles solucionado la papeleta con el
155, no han votado al PP. Quizá por eso el PP sólo aplica el 155 de
modo suave, la puntita nada más.
Pero también cabe la posibilidad de que
haya permitido ese discurso para que los catalanes comprueben una vez
más lo patético y ridículo que es el presidente, claro que eso ya
lo tenían que saber de antes y no obstante ha recibido muchos votos.
Es inconcebible que alguien tan loco obtenga ese éxito, pero a estas
alturas es una obviedad que Cataluña está enferma y su dolencia es
muy contagiosa. Una parte de la sociedad catalana está como una
cabra y ya no queda más remedio que reconocerlo, no se pueden decir
ya mentiras piadosas sobre la cuestión.
Después de la fuga de Puigdemont y unos
más, de la debacle económica de Cataluña y de tantas otras cosas,
es innegable que este individuo ha estado engañando a sus votantes
desde el primer día. Y a pesar de eso le votan. Dan pena los pobres.
Aparte de eso y aunque existe el
precedente de que Pujol, en la que debió ser la última Junta de
Accionistas de Banca Catalana, consiguió que los accionistas votaran
en contra de sus propios intereses, permitiendo la reducción del
valor nominal de las acciones a cero, no es probable que los votantes
de Puigdemont aporten ni un céntimo para contribuir a su manutención
en Bruselas.
Cataluña se divide en catalanes y
catalufos y estos últimos están acostumbrados a amedrentar a los
primeros e imponer su ley. La ruina parece inevitable. ¿Podría
hacer algo más Soraya? Seguramente, pero difícilmente podría
recoger el PP los frutos.
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