Cuando
alguien en un país democrático se sitúa fuera de la ley de forma
consciente y reiterada no merece la calificación de buena persona,
sino
que más bien al contrario entra en la categoría de mal bicho.
De
modo que no cabe esperar de los secesionistas ningún altruista o que
vaya en beneficio de la comunidad. Todo
en ellos, tanto en los líderes como en los de la base, es odio. Y
este sentimiento, que no hace ningún bien a nadie, ni a quien lo
siente ni a quien lo recibe, se manifiesta sin tapujos, de forma
descarnada y manifiesta. Rompen coches de la policía o de quien sea,
acosan, insultan, llevan asesinos en las listas, compadrean con
etarras, etc., y todo este proceder lo llevan a cabo como si fuera
normal y lógico, como si fuera justo.
Forcadell
miente siempre y lo ha vuelto a hacer, aunque no se sabe lo que pueda
haber dentro de su cabeza. Tiene
ante sí un horizonte judicial muy problemático con una posible
condena de muchos años de cárcel y
la actitud que mantiene ahora sólo puede considerarse como un
agravante. ¿Es
que no se da cuenta de que gane quien gane las elecciones va a ser
juzgada? ¿Es que no se ha dado cuenta de que el gobierno que salga
de estas elecciones va a tener que cumplir la ley, porque en caso
contrario se volverá a aplicar el 155?
Los
secesionistas no tienen ningún respeto por nadie, con tal de
materializar su capricho no les importa hundir la economía catalana,
no
les importa que el odio recorra todos los rincones de Cataluña
sembrando el mal por donde pasa, no
les importa hacer el ridículo.
Es
imposible además que la razón, que un argumento decente, penetre en
sus molleras. Pero
quienes han estado financiando todo esto se han tenido que ir de
Cataluña.
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