Un articulista catalán comenta que los
secesionistas sabían que sus dirigentes les habían mentido y
enumera a continuación los principales engaños y concluye diciendo
que a pesar de todo les han votado.
Construir un Estado nuevo con algunos
cientos de miles de personas enloquecidas y sin capacidad de
raciocinio es un disparate, pero es que sus dirigentes están igual
de enloquecidos y no parece que haya remedio para ninguno.
Se ha llegado a este punto porque desde
el principio de la democracia se les dio a los nacionalistas más
poder del que realmente tenían entonces y se permitió que otros
partidos nacionalistas, sucursales de uno nacional, usasen ropajes
socialistas.
Los nacionalistas aprovecharon las
facilidades y se adueñaron del terreno. Los españoles, a causa de
las monarquías absolutistas y las dictaduras, están acostumbrados a
no protestar, por temor a las represalias. Los nacionalistas se han
servido de los métodos nazis (señalar al disidente, para aislarlo y
discriminarlo), para reforzar ese temor, para que los disconformes no
se atrevieran a exteriorizar su parecer.
Pero el nacionalismo no puede llevar más
que a la catástrofe. Ha roto todo lo que se podía romper en
Cataluña, familias, amistades, negocios. Ha quebrantado, tal vez
para siempre, la salud mental de muchos. Ha destruido la capacidad de
razonar de un considerable número de personas.
Y ahora hay catalanes que quieren escapar
de la catástrofe, o al menos salvar lo que puedan y ha surgido
Tabarnia, cuyo nombre se ha formado tomando como base los de
Tarragona y Barcelona. La aspiración de este territorio es separarse
de Cataluña y formar una nueva Comunidad Autónoma, idea que pone de
los nervios a los separatistas, que les hacen todas las trampas que
pueden, como siempre, puesto que es su modo de hacer las cosas, y han
llegado incluso a borrar su nombre de la wikipedia.
En resumidas cuentas, el viaje de los
separatistas ha llegado al final y a unos les espera la cárcel y
otros tendrán que lidiar como puedan con su desorden emocional.
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