Va el tío y pide que se respete el
resultado de las elecciones. Ya le respondió Rajoy, no a él, sino a
otro igual de tonto. Dejó el puro un momento y dijo: ¿Cómo no voy
a respetar el resultado de las elecciones si las he convocado yo?
Cualquier inteligencia mediana lo puede
entender sin necesidad de que se lo digan. El resultado de las
elecciones en España, en cualquier sitio de España, se viene
respetando desde el advenimiento de la democracia.
Pero es que la tontería de Piqué va más
lejos que eso, puesto que pone al descubierto su endeblez mental.
Seguramente piensa que quienes ganen las elecciones adquieren el
derecho a saltarse las leyes. Qué pillín ha salido el chico. A lo
mejor hasta es capaz de llorar y todo si le niegan un capricho. Y qué
nulo interés demuestra el hombre (digo hombre, aunque mentalmente
parece ser un niño) por aquellos catalanes que no piensan como él.
El caso es que en Cataluña hay muchos
niñatos que dan sus votos a esos que les están engañando
continuamente, nunca dejan de engañarles, aunque algunos de ellos es
posible que piensen que la presión social puede evitarles la cárcel.
No debería escaparse ninguno de pagar su
culpa, aunque el cumplimiento del deber no proporciona votos y sí en
cambio lo contrario, como bien sabe Iceta, ese protegido de Borrell,
otro que a pesar de sus momentos de lucidez también se equivoca.
«Llegaremos a las manos», a la vista de lo enardecido que está el
personal, o parte de él.
Pues no. Bastará con que quienes lo han
merecido o lo merezcan en el futuro empiecen a recibir las
notificaciones con las multas o con la obligación de presentarse
ante el juez para que baje el suflé.
Hay que tener en cuenta que los
caprichosos son cobardes.
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