jueves, 24 de diciembre de 2020

Lo del ‘Día del Afecto’

 

Por mucha razón que tenga quien está en inferioridad de condiciones, porque quien le agrede cae mejor o es más poderoso, en la inmensa mayoría de los casos se queda solo. Y si no que se lo pregunten a Alonso Puerta, o a Calvente, que de haber sido su episodio en Venezuela habría tenido otro final.

En navidad se celebra el nacimiento de un niño que vino a traer esperanza a quienes no tienen ninguna. Esa esperanza que algunos ven como inducida fraudulentamente y otros consideran vana y sin sentido, permite vivir, no obstante, a mucha gente.

Quienes se han dejado colonizar por el odio no soportan que otras gentes tengan esperanza y gracias a ella vivan e incluso sean felices. Intentan sofocar, ahogar, asfixiar ese sentimiento, esa fe en algo mejor.

Pero la navidad es un símbolo humano por excelencia. La vida sin esperanza no es vida.

Los hay que aprueban leyes contra la humanidad, como lo son la del aborto y la de la eutanasia y catalogan como miserables e indignos a quienes no están conformes con ellas. Esos mismos son los que quieren extinguir el espíritu navideño.

No es necesario meditar demasiado para comprender que todas las normas morales y éticas surgen del instinto de conservación como especie. Partiendo de esa base se fácilmente a la conclusión de que esas leyes, la del aborto y la de la eutanasia no convienen al citado instinto.

También quienes dejan solo a quien tiene razón, entre los que abundan quienes se proclaman paladines de la ética, católicos practicantes, o solidarios sin fronteras, deberían comprobar sus ajustes en el apartado del egoísmo, tan opuesto al ya repetido instinto de conservación como especie, bastante olvidado por la humanidad, y situarlos dentro de los límites adecuados, porque el instinto de conservación individual no debe prevalecer sobre el de la especie.

Feliz Navidad.

‘2016. Año bisiesto’
‘El Parotet y otros asuntos’
‘Diario de un escritor naíf’
‘Yo estoy loco’
‘Valencia, su Mercado Central y otras debilidades’
‘1978.El año en que España cambió de piel’
‘Tránsito en la mirada’
‘Te doy mi palabra’



2 comentarios:

Juan Gnav dijo...

Más allá del cuerpo, alma -emocional- y espíritu colectivos, apelo al de los singulares que alcanzan la bondad, sin posturas hacia la galería, pasando de forma desapercibida, pero colaborando. Entiéndase participando principalmente para un bien común que no está dirigido por la clase que domina el altavoz mediático. Obviamente se ve en esto que no serás aplaudido por tus actos, pues habrás pasado de soslayo para el activo del momento. Jamás, nadie, podrá legitimarse para decirte por ello egoísta, y que te has procurado labrarte buena fama. Tú eres de los singulares. Feliz Navidad, Vicente.

Luis dijo...

Gracias por sus deseos que hago propios.