La custodia compartida y el niño

Esto de la custodia compartida viene a ser algo así como en un clase se forma un alboroto y el profesor los castiga a todos, a los que alborotaban y a los que no, a no salir al recreo. Esta medida, que algunos defienden con ahínco, creo que en la mayor parte de los casos es perjudicial para el afectado, que es el niño o niña, y en algunos casos resulta dramático.

S.B., tras casarse, fue de vacaciones con su flamante marido a la tierra de éste, el País Vasco. Para su sorpresa, todo lo que se le mostraba allí eran críticas y muestras de odio contra España. Lógicamente, ya no quiso volver de vacaciones a ese lugar.

Al nacer su hijo, nadie de la familia de su marido fue a visitar su casa, pero les mandaron una ikurriña del tamaño de una pared para que el pequeño no perdiera la identidad vasca. Luego, cuando el niño volvía a casa tras un paseo con su padre, le explicaba: mamá, yo no soy español, soy vasco.

Estos detalles dan idea del poco respeto del citado padre hacia su esposa y su hijo, al tratar de adoctrinarlo ya desde tan pequeño, por lo que no es de extrañar que acabaran divorciándose. Hay que añadir a todo esto que él se quedó ciego y ahora pide la custodia compartida.

Hay unos informes psicosociales, realizados por personas cercanas al interesado, en los que se dice que debe contratar a una persona para que le ayude a cuidar del niño, pero él alega que no la necesita. En cualquier caso, ¿cómo lo cuidaría por la noche? Se entendería, si no hubiera más remedio, pero correr riesgos innecesarios no parece muy apropiado.

Todo el mundo dice estar muy preocupado por los niños, pero luego defienden los derechos de los padres (o de las madres), sin tener en cuenta la mejor opción para el hijo. La capacidad de sacrificio es cosa de minorías.

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