miércoles, 20 de febrero de 2019

Rull y Turull y la legitimidad moral

La experiencia demuestra, sin lugar a dudas, que el nacionalismo embota gravemente el cerebro y de forma irreversible. Me refiero a lo de Rull cuando le niega legitimidad moral al Tribunal Constitucional.
Al poner las palabras Rull y Turull una detrás de la otra puede ocurrir que alguien piense que se trata de un chiste gracioso o de una broma malintencionada, pero no es así, sino la síntesis de lo que ocurre en Cataluña, en donde la confusión y la locura están a la orden del día. Allí, y hasta donde alcanza su insania, todo se ve de modo distorsionado. Como les ocurre a quienes beben más de la cuenta.
Una buena parte de los catalanes, y sobre todo los del cogollo del meollo, o sea, los de la seba (seba=cebolla) según ellos, creen en el derecho al lloriqueo, que es el cacareado ‘hecho diferencial’, que significa que desde Felipe V los borbones les vienen favoreciendo y que, por tanto, tienen derecho a reclamar más privilegios.
Desde el momento en que tienen un cargo forman parte del Estado y cobran un sueldo, al que no renuncian, forman parte del Estado. Si luego se rebelan contra ese Estado que les paga, y hay que recalcar que no han renunciado a ese sueldo, esa rebelión es traicionera. Y si luego le niegan la legitimidad a ese Estado que les juzga por la flagrante traición no hay más que preguntarles, a ellos y a sus votantes, si son tontos o si creen que quienes ponemos el dinero, los contribuyentes, lo somos.
Su camino, si quieren la independencia de Cataluña, era otro y no ese en el que, dicho de modo llano y sin subterfugios, consiste en engañar a todos.
A Rull y Turull se les nota, de forma palmaria, la seriedad asnal. 

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