lunes, 18 de febrero de 2019

‘Desinfectan’ el pueblo Puigdemont

Unos fascistas, o sea, tipos intolerantes, xenófobos y racistas, dijeron que habían desinfectado el pueblo después de la visita de Arrimadas, una señora que actúa de forma irreprochablemente democrática en defensa de las leyes de la democracia. Y la llaman fascista a ella. Y a quienes son tan demócratas como ella.
Donde no hay ley impera el fascismo y eso es lo que desean quienes llaman a quebrar la legalidad constitucional, y lo vienen haciendo con la inestimable ayuda de ese doctor que preside el gobierno y que está tan reñido con la verdad que ni cuando pretende decirla la dice: dijo que Antonio Machado había nacido en Soria. Menos mal que Pedro Sánchez se ha conformado con un doctorado. Si quisiera, también lo sería en historia, en literatura, o en lo que fuera. Dicen que siempre miente. No, es imposible decir siempre mentira. Lo que ocurre es que nunca dice la verdad.
Los vecinos de Puigdemont, o por lo menos los que ‘desinfectaron’ y los que les rieron la gracia, aparte de estar enfermos de nacionalismo, que es una enfermedad que no tiene cura y embota gravemente el cerebro, quizá por eso no se dan cuenta de que a Puigdemont no le importa nada Cataluña. Es más, él quisiera que se aplicara cuanto antes el 155, pero no porque eso sería una solución para Cataluña, o sea, lo mejor que le puede pasar en estos momentos, sino porque sería la solución para él, cuyo miedo a ser olvidado es mayúsculo. Con el 155 en vigor él podría seguir con su pantomima para que los catalanes afectados por el virus del nacionalismo lo siguieran manteniendo.
Puigdemont teme que lo envenenen los suyos, que le peguen un tiro, que le olviden, y no teme que nada de eso proceda de Arrimadas o su entorno. Así que sus seguidores actúan a lo loco.

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